Buena comida, mal precio.

Local pequeño (por cierto, en el Nº46 de la calle, no el 43), vestido de tasca mesón, sin pretensiones pero agradable. Personal muy amable y acertado en las sugerencias. Copas, vajilla y ropa de mesa normales.
Un par de cervecitas para ir escogiendo y pasamos al vino.
Carta de vinos escasa y habitual pero con incursiones destacables en vinos no tan al uso; escogimos un Baigorri crianza (el mismo que el de la selección del club de hace unos meses) con un precio excelente 12.5 (probablemente la mejor RCP de la carta).
De entrantes: revuelto de papas (paja, con gulas y huevos revueltos en el mismo instante del servicio, para no estropear la textura de las papas, lo que es un detalle).
Albóndigas de rape con almejas: interesante, si bien un punto harinoso; no obstante bien resuelto.
De segundo: chuletón para compartir. Buena carne, buena cantidad, mal acompañamiento (patatas fritas de segunda y parientes lejanos de los pimientos de padrón)
Postres: absolutamente prescindibles y muy caros: un tiramisú mediocre y un surtido de postres pues del montón, siendo amables.
Espirituosos por cuenta de la casa.
La comida no estaba mal, de hecho muy bien para un local que se autodefine como "tasca", si nos olvidamos de los postres. El tema está en el precio, que es muy superior al de algunos restaurantes: 79 euros los dos (y no fue efecto del vino), y sin embargo no está a ese nivel. Quizás para tomar alguna ración vuelva.

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