Chiringuito en una localización preciosa. Servicio malísimo. Precios exagerados. El trato con los dueños realmente malo y poco profesional. Reservamos una mesa con una semana de antelación y al llegar nos hicieron esperar media hora. El pescado fresco a la plancha con montones d ajo. Tanto da comer un pescado q otro porque todo sabe a ajo. Para disfrutar de la cala es mejor llevarse un bocadillo que dejarse 50 euros por persona con un vino imbebible.

A las afueras de uno de nuestros pueblos favoritos de la isla, Deiá, se encuentra esta maravillosa calita que no deja indiferente a nadie. El restaurante-chiringuito tiene un encanto especial, con unas vistas escandalosas. Carta con pescado fresco, pero con precios de altura, así que siempre optamos por unass ensaladitas, unos chopitos y los típicos pambolis.El vino, nulo. Se puede comer muy bien a un precio moderado.

Las vistas de este restaurante-chiringuito son extraordinarias. Inserto esta referencia, porque vale la pena sólo por las vistas que ofrece.

La carta se basa fundamentalmente en las elaboraciones de productos del mar que ofrece el mercado. Todos los platos se acompañan de ensalada y patatas fritas cortadas a mano y bien fritas. Los postres sencillos. La vajilla y cubertería normalitas. El servicio atento, aunque un poco lento.

Los vinos muy básicos, fundamentalmente blancos y rosados, enfriados en cubitera. El coperío malo, grueso.

Recomendable por sus extraordinarias vistas y poder comer después de un gratificante baño en Cala Deià, una muy bonita cala.