Sofisticado, elegante y con muchas ganas de satisfacer.

Este es el reto de un cocinero que ha pasado por buenos sitios, donde una vez termina en la cocina pasea por la sala para hablar, con quien así lo desea, sobre los platos, porque como bien dice "quiere escuchar lo que el comensal tenga que decir de primera mano, solo así se mejora" y además piensa que quien vaya a su restaurante tiene que disfrutar y si no lo hacen, algo ha fallado.

Visto así, la cosa promete, buen servicio, muy atento, sin agobios pero pendiente en todo momento, los tiempos entre platos excepcional. Quizás si tuvieran vinos por copas -de estima- para poder maridar los platos sería fantástico. Porque una pareja que quiera beber buen vino y tome unos entrantes marineros y una buena carne, lo tiene complicado con dos botellas.

Destacaría por encima de todo los entrantes ¡fabulosos! una ensalada marinera de salmón y cebolla caramelizada, con un emplatado fantástico y mejor sabor. Así unas vierias gratinadas de muy buena calidad y mejor sabor. Además el punto de cocción perfecto, manteniendo la carne jugosa. El sushi como aperitivo servido por la casa muy rico.

Los segundos, quizás deban mejorar para estar al nivel de los entrantes y postres. Aunque si es una auténtica delicia su chivo cocinada a baja temperatura ~ 63ºC durante 14 horas, pura mantequilla en la boca, el rodaballo en su contexto no está a la altura, no por el pescado sino por la guarnición. Lo mismo ocurre con la presa, donde la carne perfecta en sabor y al gusto del consumidor, el acompañamiento a base de piña caramelizada con chocolate no termina por conjugar ¡ojo son gustos personales!. Los postres deliciosos, además del postre servido por la casa de yogourth y trufas.

El servicio del vino perfecto en copas, temperatura y buena carta, al menos digna. Un sitio para tener en cuenta.