Otra muestra más de cocina francesa que se puede encontrar en la capital danesa. Pequeño local necesitado ya de una reforma, con pequeñas mesas muy pegadas. Se ofrece un menú diario con una rústica y potente cocina francesa, su principal valor, aunque algunos platos como los mejillones al vapor salen demasiado hechos. Carta corta pero con interesantes selecciones. Los vinos y licores se sirven algo calientes, tuvimos que pedir la cubitera para el Muscadet que habiamos solicitado. Los destilados de la sobremesa también estaban subidos de temperatura. No está mal pero me pareció caro para lo que ofrece y lo pobre que resulta la decoración del local.