Dentro de la actual restuaración de cocina asiática este restaurante forma parte de modelo cada vez más extendido basado en el buffet y en la elaboración frente al cliente de woks y teppanyaki. El local es moderno y tiene una bonita decoración, pero las mesas están bastante juntas y resulta muy ruidoso. Al ser autoservicio los camareros sólo se ocupan de las bebidas y cafés/tés. Hay una brevísima carta de vinos, no hay copas (sólo vasos de culo ancho). Cocina decente aunque lo más atractivo fue el teppanyaki. 20€ por persona con vino.
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