Tras la buena sensación del año pasado, repetimos en estas vacaciones, quedándonos sin ganas de volver. El cambio radical de opinión tiene que ver, en primer lugar, con el servicio, que ha empeorado muchísimo o no tuvo su día. Nos sentamos en el interior, más cómodo que la terraza de la calle, pero como dentro nada más estábamos nosotros, nuestra mesa estubo pésimamente atendida: mucha espera entre platos, cosas traídas a destiempo, nula organización, etc, etc. Otro aspecto negativo fue la falta de calidad o de cuidado en la elaboración de algunos de los platos, como ahora se detalla.
Pedimos lo siguiente:
-Salmorejo (5€): correcto
-Tosta de quesos gratinados (5,9€): aprobado
-Ventresca de atún a la plancha (19€): escasísima cantidad y mala elaboración, pues el interior estaba completamente frío, y eso que el grosor de los filetes no llegaba al centímetro.
-Solomillo de ternera con salsa de queso(19€): carne insulsa y sin jugosidad ninguna. La mitad se quedó en el plato.
-Pulpo a la brasa (18€): al igual que en la anterior ocasión, muy bueno.
El apartado del vino no esta mal llevado, pues aunque su carta es modesta, cuentan con copas adecuadas y el vino se presenta a la temperatura correcta. Tomamos un Entrechuelos chardonnay (12€), al que apenas pudimos prestarle atención.
A pesar de que somos golosos y cafeteros fanáticos, nos fuimos sin pedir postres ni café, tomándonos este último en la terraza del bar de al lado.