Tras la buena sensación del año pasado, repetimos en estas vacaciones, quedándonos sin ganas de volver. El cambio radical de opinión tiene que ver, en primer lugar, con el servicio, que ha empeorado muchísimo o no tuvo su día. Nos sentamos en el interior, más cómodo que la terraza de la calle, pero como dentro nada más estábamos nosotros, nuestra mesa estubo pésimamente atendida: mucha espera entre platos, cosas traídas a destiempo, nula organización, etc, etc. Otro aspecto negativo fue la falta de calidad o de cuidado en la elaboración de algunos de los platos, como ahora se detalla.
Pedimos lo siguiente:
-Salmorejo (5€): correcto
-Tosta de quesos gratinados (5,9€): aprobado
-Ventresca de atún a la plancha (19€): escasísima cantidad y mala elaboración, pues el interior estaba completamente frío, y eso que el grosor de los filetes no llegaba al centímetro.
-Solomillo de ternera con salsa de queso(19€): carne insulsa y sin jugosidad ninguna. La mitad se quedó en el plato.
-Pulpo a la brasa (18€): al igual que en la anterior ocasión, muy bueno.
El apartado del vino no esta mal llevado, pues aunque su carta es modesta, cuentan con copas adecuadas y el vino se presenta a la temperatura correcta. Tomamos un Entrechuelos chardonnay (12€), al que apenas pudimos prestarle atención.
A pesar de que somos golosos y cafeteros fanáticos, nos fuimos sin pedir postres ni café, tomándonos este último en la terraza del bar de al lado.

Tras varios días de estar tentado a entrar en este local (desde la calle se veía que tenían copas de vino dignas -pocos sitios de Vejer las tienen-, los platos que llevaban los camareros tenían muy buena pinta y la carta parecía interesante), nos decidimos una noche. Nos sentamos dentro, que en este caso es mejor opción que la terraza. El restaurante (tiene también barra para tapeo) está agradablemente decorado y es cómodo. Cenamos lo siguiente: ensalada de quesos gratinados (bien), ortiguillas fritas (correctas), tartar de atún (excelente) y pulpo asado (nos gustó mucho). Como postres, soufle de chocolate (demasiado hecho por el interior) y brownie de chocolate (bueno). La carta de vinos no está mal para lo que suele estilarse por estos pagos. Elegimos un Enate 234, que estaba muy bueno, pero que ni por asomo maridaba con la comida elegida. Los precios son medios y, en el caso de los postres, sorprendentemente altos.

De casualidad pasamos a comer a este local recien abierto hace bastante poco.
Y gracias que pasamos, eran ya las 16:10 y no nos pusieron ninguna pega, muy buen trato por parte de los dos hermanos(siento no acordarme de los nombres pero soy un desastre para eso), uno en cocina y otro en sala.
La carta es corta pero completa además lo mejor es dejarse aconsejar por ellos de las existencias de fuera de carta.
Tomamos una ensalada de tomate, rulo de cabra y anchoas, sublime dentro de su sencillez, unas croquetas variadas: de huevas de erizo, y de babosa de mar, muy ricas, de segundo elegimos entrecotte a la pimienta y realmente estaba genial, tanto la carne como la salsa donde acabé mojando pan.
De postre nos pusieron un surtido para compartir con brownie, fruta y helados, muy ricos.
Para beber elegí un VA sauvignon blanc 07 de la tierra de castilla y león muy bueno, decir que la carta de vinos no es muy extensa, pero la selección de blancos y rosados es muy acertada y nada típica para la zona.