Mediodía desafortunado

Un compañero de trabajo me recomendó Santa como un lugar bueno, “cool” pero no pretencioso, agradable y razonable de precio para comer con un amigo al mediodía.
No sé si seguirán con la resaca de Navidad y Año Nuevo, pero el servicio y la cocina me sorprendieron en el peor sentido.

A pesar de que sólo había tres mesas ocupadas, de las cuales una estaba terminando el postre, con dos personas para atender a los comensales, tardaron unos 10 minutos en atendernos. Lo primero que notamos fue que la encargada, la camarera y uno de los cocineros tenían mucho con que ponerse al día. En varias ocasiones se juntaban en un rincón a departir sobre temas personales, sin molestarse en mirar de vez en cuando a ver si alguien necesitaba algo.

La tapa de boniatos “bravos” fue lo mejor, con crema agria en vez de alioli y creo que hechos al horno. Crujientes por fuera y tiernos por dentro. También tuvieron la gentileza de darnos a degustar una crema de verduras, que no era gran cosa.

Mi salmón, un pescado ya de por sí sumamente graso, vino recubierto en una especie de crocante oscuro, imposible deducir de qué era, hecho vuelta y vuelta con bastante aceite. Lo acompañaba un puré de berenjenas confitadas con, de nuevo, mucho aceite, y unas rodajas de calabacín con, adivinen, mucho aceite.

Este ensemble se presentó en un plato hondo en cuyo fondo había aproximadamente dos dedos de… aceite. Eso sí, de oliva extra virgen de indiscutible calidad, pero me pareció una combinación excesivamente grasa cuando la descripción del plato lleva a pensar que se está eligiendo una opción sana.

Mi amigo optó por un risotto de verduras. Desafortunadamente eligieron un arroz blanco que evidentemente no era destinado para rissotto, es decir, no como los tradicionales Arborio o Carnaroli. Tampoco era de grano largo, sino una variedad que mantenía algo de firmeza pero se rompía demasiado. Más líquido que cremoso.
Desafortunadamente eligieron elaborarlo con pedazos gigantescos de bróccoli, zanahoria, judías y setas, terminando de destruir la simpleza y sutileza de este plato.

Terminamos repletos pero muy insatisfechos y desesperados por ir a otro lugar a tomar café. Tuvimos que esperar diez minutos más a que alguien nos prestara atención, ya que camarera, encargada y cocinero estaban enfrascados en otra tertulia.

Después de otros diez minutos de esperar la cuenta, mientras la camarera elegía música en el portátil, le pregunté si estaba en camino a lo cual me respondió ofendida que su compañera la estaba preparando (le llevó, repito, 10 minutos preprar la mía y la de otra mesa de dos personas).

La música era tranquila al principio hasta que pusieron God Save the Queen o algo así, definitivamente punk, después se cortó durante media hora, después volvió con un chill out raro.

En resumen: ingredientes de calidad desaprovechados, pésimo servicio, confusión y desatención en el staff. Never again.

  1. #1

    Craticuli

    Con esos compañeros de trabajo no necesitas enemigos, jejeje.

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