El lugar no es acogedor, está decorado con esos papeles de colores que recortados dibujan formas y cuelgan dibujando un recorrido cóncavo, ambiente festivo y colorido. Eramos tres y la mesa donde nos ubicaron no era cómoda, bebimos cervezas pacífico y modelo además de una fanta limón, para comer pedimos nachos mexicanos (correctos), una especie de sincronizada (correcto) y guacamole (bien) como entrantes. Después pedimos tortitas, repetimos varias veces para rellenar con cochinita y pollo a la mostaza (ambos buenos). Para terminar un flan de tres leches y cafés.

La comida en general buena, siempre me he preguntado como es posible que exista tanto mexicano malo con la sencillez que tienen las preparaciones que en este tipo de sitios nos tienen acostumbrados a mostrar, este no es el caso, cocina sencilla pero rica. El servicio pésimo, corriendo para doblar e incluso darle cuatro vueltas a una mesa, preguntando lo mismo reiteradamente, tardando con las tortitas y sirviendo todo de manera agolpada. Tanta prisa tenían estos señores que nos dijeron "si quieren les cobramos en la barra". Una lástima. Un poco más de paciencia y esa cocina acompañada de algo más de profesionalidad del servicio apuntaría más alto. Pero en este tipo de sitios turísticos es el gestor del local el culpable de tanta velocidad, mientras más rápido, más mesas, más dinero... pero malas sensaciones señores!!!.

Es dificil valorar la relación calidad-precio ya que reitero que la comida está rica.