Acudo animado por el comentario anterior, pero no me encuentro lo que esperaba. La oferta de tostas, raciones y pinchos no es amplia, pero lo que ofrecen tiene cierto nivel. No tienen carta, aunque si unas pequeñas pizarras en la pared que indican parte de lo que se puede comer. Comí tosta de jamón ibérico, una tapa de callos, otra tosta de cruceta (secreto de cerdo ibérico) y un montadito de solomillo ibérico. Para beber, y es aquí donde me defraudó el local, tres copas de crianza de Rioja servido en copas del todo inadecuadas. La oferta de vinos por copas es cortita y en ningún sitio está expuesta (no cuesta nada ponerlo en la pizarra y así la clientela éstaría al corriente de lo que hay). Lo que no es de recibo, insisto, son las copas que tienen: ¡no sirven para el vino!, como los dueños muy bien sabrán, pero resultan baratas y prácticas (lo mismo sirven para un tinto, que para un mosto o un corto de cerveza),¿verdad? Una pena.

Este local, bastante cerca del centro, me sorprendio ya que por fuera no dice nada, pero en su interior guarda una gran oferta de vinos, tanto por copa como por botella, a unos precios razonables, y con una carta de tostas y raciones cuando menos curiosa y variada.
Ademas cuenta con marisco fresquito los fines de semana, ya que segun nos conto el camarero, la jefa es gallega de familia percebeira, con lo que juega con ventaja.
Ademas tiene una extensa gama de ginebras, a las que acompañan con tonica fever-tree y te la perfuman con lima.
Algo diferente en Salamanca