Un auténtico paraiso.

Ayer noche porfin visité monvínic, estube cenando en el restaurante, el espacio a mi gusto es espectacular, me fascinó su diseño, te sientas en unas largas mesas blancas donde puedes apreciar el color del vino que vas degustando, a mi personalmente me encantó, mientras cruzaba el restaurante hasta la mesa, parecía un niño en una tienda de jugetes.
Una vez sentados pedimos de la carta (que es una imagen proyectada en la pared) una ensalada, y un plato de joselito (tremendo) estaba bien pero nada del otro mundo, ensalada normal y corriente. un steak tartare que nos aconsejó el chico que nos atendió durante todo el rato, y bueno, estaba bueno, pero he comido mejores (en las palmeres de llavaneres por ejemplo), luego una codorniz con col que estaba muy muy buena y yo unos LLetons de vedella amb bolets, bueno, aquí quería llegar, este plato era orgásmico! estaba tremendamente bueno, meloso y con un sabor tremendo, un producto de primerísima calidad, mientras lo comía no paraba de pensar "dios como està esto..." y lo regamos con medias copas de vinos que tardamos horas en decidir ya que tienen unas 3800 botellas y en copas sobre unos 40 o 50 vinos.
Estos fueron primero un Domenech de montsant, una garnatxa muy suave para mi gusto, seguimos con un chateau Clerc-Milon 2007, un Cabernet de burdeos, y un Domaine Tollot Beaut un pinot noir 2007 gran cru, y un vino que había escuchado que era digno de nombrar pero jamas había provado, que es el Ferrer Bobet 2008, nos gustó mucho, en este sí dimos en el clavo, un vino potente en boca, una gran garnatxa...
El chico que nos atendió fue super atento, y simpatiquísimo, estubo por nosotros toda la noche, estubimos comentando vinos incluso uno de estos, nos lo abrió para nosotros, luego nos enseñó la bodega, que es inmensa y digna de ver.
Conclusión: volveré seguro, el pròximo día a la zona de tapas, quiero provar allí, es un sitio muy recomendable.