"Simbiosis de Oriente y Occidente", así reza el subtítulo del menú del restaurante Mandala. Es un pequeño restaurante (6 mesas) ubicado en el idílico pueblecito de Orient.

No sé si la palabra exacta sería simbiosis (es un término más biológio que gastronómico), però está claro que la presencia de las dos cocinas está presente desde los entrantes a los postres, con un resultado excelente. La parte occidental (más francesa que española)correspondería a la estructura bàsica del plato mientras que lo oriental se percibe en la ejecución y el aporte de ingredientes y especias en su justa medida.

El servicio del vino es correcto, las copas mejorables. La carta es algo corta y nada sorprendente. Optamos por cava reserva.

La relación calidad-precio es correcta. Imprescindible reservar, dado el reducido número de mesas.

En general una opción totalmente recomendable, tengo ganas de volver.