Una vez más la disyuntiva: Cocina creativa o de autor contra más o menos tradicional.
El restaurante está frente a las atarazanas del puerto, es decir, al final de la Avenida del Puerto. Entorno bonito.
La carta se basa en dos menús (5 ó 8 degustaciones). No las pedimos y quizá ese fué nuestro primer error. Carta críptica que obliga a preguntar al maître, que usa demasiado la explicación de que usan técnicas modernas en la cocina. Por ejemplo, tallarines de galeras no son tallarines, no es pasta sino jugo de galeras al que se aplica una técnica especial; se supone que se usan pectinas y espesantes.
Todos los platos que pedimos, tienen su especial ritual de servicio: Añadiendo misteriosos jugos y demás.
El aperitivo inicial y las gourmandises finales te las cobran, lo cual no me gusta.
Carta de vinos bien seleccionada pero corta.
No soy enemigo de la cocina creativa, sino de la falta de creatividad.
Muy mala relación calidad/cantidad/precio.
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