Quitando el servicio... correcto.

Ubicado en el primer piso de un palacete del casco antiguo de Tarragona. El local es amplio, de techos altos, con una magnífica terraza de la que disfrutar en primavera y verano. Los cuartos de baño necesitan una reforma urgente, pero el resto del local tiene un encanto especial.
Escogimos el menú de mediodía de 12€. Cocina con raíces de corte mediterráneo, platos correctos sin demasiadas pompas aunque falta buscar un poco más la arquitectura del plato y los acompañamientos. Escogimos unas verduras braseadas con salsa romescu, bastante buenas y un bacalao con sanfaina de raciones generosas, muy rico y en su punto de cocción.
El servicio del vino deja bastante que desear, por el coperío de baja calidad y la carta, algo escasa de referencias y muy predecibles.

En general el servicio del restaurante flojeó, se prestó poca atención a las mesas (no solo a la nuestra). Camareros poco eficientes que pasean por la sala sin reparar en los comensales con manos alzadas.

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