Demasiadas pretensiones con mal resultado

Almuerzo para cuatro personas. En principio pretendíamos quedarnos en la planta baja, donde sirven tapas y raciones, pero al estar lleno nos decidimos por el restaurante, situado en la primera planta de la casa palacio, que con diferencia es lo mejor del local. Carta de tamaño medio, con platos que no superan los 18 euros. Nos decidimos por el foie micuit con mermelada de pétalos de rosa, bueno de sabor, pero escasísimo de cantidad, canelones de salmorejo con ventresca de atún, que en verdad es una ensalada, y carpacio de pez espada, que estaba aceptable. De plato principal, arroz marinero con bogavante para cuatro personas, bueno de sabor, pero totalmente deficiente en cuanto a punto. Durísimo y con diferente cocción según la zona de la paella. Muy mal. Surtido de postres buenos de sabor, pero mal presentados (alguna tarta totalmente destrozada). Merece una mención el servicio, amable, pero lento y un grave defecto de organización: todo debe pasar por el maitre (solicitud de mesa, acomodación, comandas, servicio del arroz), con la consiguiente dilatación de las esperas y las lógicas prisas por su parte. Como anécdota, a una de las comensales no la dejaban subir sola a la mesa "porque el protocolo del local exige que el maitre la acompañe", y como no, el maitre estaba ocupado. No tomamos vino.

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