Taberna vinícola de gran nivel

Hacía un tiempo que no acudía a la Taberna Laredo y cierto es que ha mejorado bastante en líneas generales así que incluyo un nuevo comentario.

Esta vez nos sentamos en su pequeño comedor (hay que reservar con al menos 15 días de antelación), que dicho sea de paso resulta cómodo y con suficiente amplitud.

La cocina es de temporada y basada en una magnífica materia prima, aunque no destaca por su regularidad. Magníficas las setas de temporada, el pulpo y el salmorejo, así como los guisos de cuchara (unos garbanzos con manitas de cerdo de primera). No tan buenos los arroces y el uso de la plancha. Postres destacables, en especial su flan de queso y los helados caseros, no así la lecha frita. En general buena cocina, sin sobresaltos y con calidad. Aquí lo importante es el vino.

La carta de vinos es extraordinaria, de las mejores de Madrid. Fantástica la selección de champagnes, sobre todo de pequeño productor. Completísima relación de Borgoña tinta y blanca y muy buena lista del Ródano. Y por supuesto los mejores y más conocidos vinos nacionales, incluyendo la colección entera del Equipo Navazos. Precios correctos y variables según el vino. Bebimos un siempre satisfactorio Egly-Ouriet Vignes de Virgny, un fabuloso Selosse Brut Initiale (como me gusta este champagne, por favor), un equilibrado Cornas Renaissance 2005 de Clape y un fresco y expresivo Ordóñez Nº2 Victoria con los postres. Servicio de vino y mesas de nivel, coordinado por un fanático del vino como es Miguel Laredo.

Esta taberna es ahora mismo una de las direcciones imprescindibles del vino en Madrid. Siempre está llena y para sentarse hay que reservar con mucha antelación. Quizá su mayor defecto es la selección de vinos por copas en barra, algo que sin duda debe mejorar. Precio, unos 35-40 euros sin vino. Local imprescindible para los buenos aficionados al vino.