Dosis de rancio clasicismo.

Uno debe entrar aquí casi con la admiración que te producen la mercerías antiguas.

Me gustan sus sillas de cafetería del centro de la época, las balaustradas de madera, esas mesas para el vino de Railite... En fin, tiene ese entrañable y rancio clasicismo que tanto nos pone a algunos.

Otra cosa reseñable es el servicio. Transcurre calmado y en tono bajo pero de manera eficaz. El veterano que lleva la sala es un ejemplo de camarero de siempre.

Y la comida transcurrió tal cual. Sin sobresalto alguno, respondiendo a una cocina francesa sencilla y clásica. Resulta que estaban dentro de Cuina Oberta, primera vez que hago uso, y su menú para tal promoción en mi caso fue:

- Quiche de verduras con emulsión de queso de cabra. Bien aliñada la ensalada de acompañamiento y bueno el quiche en si. Está claro que el queso le da intensidad pero sin él tampoco hubiese pasado nada.

- Seak tartar. Tamizado de más y con un artificioso color. Sin embargo, buen resultado. Equilibrado en cuanto especias, agradable y generoso de cantidad pese a la apariencia. Si lo extiendes en el plato te das cuenta de ello.

- Crème brûlée. Ni fú ni fá. Más compacta que unas natillas, una textura de flan. Creo que ha de ser así de hecho, pero prefiero la crema catalana.

Comentar que de inicio sacan como una mantequilla suave con unos biscotes industriales, de los cuales acabé solicitando para el steak ante el gomoso pan del servicio.

De la compañera probé algo de lo suyo y sólo me convenció la ensalada con habitas y pato confitado. El tartar de atún estaba anulado por el aguacate y demás condimentos, y la tarta tatín recalentada se notaba.

En cuanto a vinos, una carta sin muchas referencias, perfectamente válida y muy ajustada de precio. Servido en buenas copas, con el protocolo de dar a probar y mesitas de apoyo... bien. Tomamos Ònix Classic 2015 del Priorat, del que solicitamos cubitera para rebajar y controlar temperatura, y que cumplió muy bien sobre todo con el plato estrella del local, al menos el más demandado, el steak.

Cerramos con cafés y salimos con cierta satisfacción, reconozco que incluso con algo de complacencia, quizá por todo lo comentado al principio. Digamos que hay un conjunto que hace merecedora una próxima visita.

  1. #1

    Joan Thomas

    Veo que aunque no saliste muy satisfecho en cuanto a la comida, volverás.., por algo será, cual es el secreto ? Debe de tener mucho encanto.
    Un abrazo

  2. #2

    Otilio Haro

    en respuesta a Joan Thomas
    Ver mensaje de Joan Thomas

    Salí satisfecho sin más en cuanto a comida, pero valorando este tipo de restaurantes de antes. Creo que radica ahí la cosa. A veces, una atención clásica se agradece.

    Un abrazo.

  3. #3

    Jansolo

    Un clasico en Valencia que no se porque no he visitado todavia y, no sera que no ha tenido sus momentos. Esa "decadencia" bien entendida siempre me ha hecho tilin.
    Un saludOTI, jeje

  4. #4

    G-M.

    Ufff, no encontraba yo mi valoración de este lugar y es que fue hace siete años y medio. "Entrañable punto decadente" lo titulaba.

    Veo que sigue igual, ahora aún será más decadente.

    Un abrazo

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