A veces uno tiene miedo de comer en el restaurante de un hotel, pero menos

A veces uno tiene miedo de comer en el restaurante de un hotel, pero menos mal que las cosas cambian. En este restaurante en el corazon del Priorato pude disfrutar de una excelente comida en un marco sorprendente. Mención especial a los "peus de porc" y el atrevido "pastel de sangre" con helado de wasabi. La carta, no muy extensa pero más que suficiente, es el reflejo del buen gusto y del atrevimiento de este local donde la tradicion y el diseño conviven en armonia. Buen servicio de vino, y copas spiegelhau !!

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