Contrariamente a la situación que vivió Ricard, en esta nueva visita a este templo de la cocina vasca con nosotros sí encontraron la reserva y el tiempo de espera fué el correcto.
Era un día al mediodia, las 2,30 y todas las mesas llenas, a los pocos minutos se acercó María para cantarnos los platos, optamos por dos pintxos de xistorra, y para compartir unas excelentes almejas con refrito y cardo con taquitos de jamón. Como plato fuerte tronco de merluza con cocción distinta para cada uno, en la cocina acertaron plenamente en la cocción deseada.
De postre una muy buena coca de Llavaneras rellena de crema.
Una botella de txacoli y una de agua.
Un café
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