La decoración la podríamos catalogar de estilo “ibicenco”. La carta

La decoración la podríamos catalogar de estilo “ibicenco”.

La carta está compuesta por 25-30 aperitivos y entrantes, más de quince tipos de arroces, cinco elaboraciones de carne y otras tantas de pescado. Los postres sofisticados de estilo moderno. La vajilla y la cubertería son aceptables aunque no destacables. El servicio es atento a las demandas del cliente, dispuesto y muy profesional, con la oportuna explicación de platos.

La carta de vinos esta organizada por tipos, con una buena selección, de corte moderno y a unos precios ajustados, aproximadamente x 1.50 el precio de tienda. Buena selección de vinos dulces por copas. Algunas referencias no especifican la añada. Los vinos se conservan en armario climatizador. La cristalería sin ser de marca constatable, es de cristal fino y de forma adecuada (aspecto a mejorar). El servicio del vino es correcto en cuanto a presentación, temperatura, prueba, llenado de copas, pero sin presentación de tapón, envinado, etc…

Tomamos: unas cervezas, habas tiernas, berenjenas con salmorejo y un salteado de cigalas. Seguidamente un magnífico arroz negro con sepionet y alcachofas que era una delicia tanto en sabor, como de punto de cocción (tal vez uno de los mejores que he probado nunca), que maridamos con un Veigadares fb 2003. De postre: sopa de yogurt, con helado de azafrán y espuma de regaliz y dos vinos dulces: Molino Real 2003 y Olivares 2003. Todo ello por 86.65 € los dos.

Muy recomendable.

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