El pasado viernes tocaba comida de empresa, y allá que nos fuimos capitaneados por el jefe, asiduo a esta "Taberna". Había visitado Tacita en otras ocasiones, y poco había cambiado. La decoración apuesta por un diseño vanguardista, lámparas-burbuja, taburetes altos, colores vistosos y, en el reservado donde comimos, diseños de carteles taurinos de vasta originalidad. La cubertería y las copas, en consonancia, funcionales y originales.
En cuanto al menú en el que consistió el ágape, realmente destacables todos los platos. El jamón y el lomo, acompañados de las siempre socorridas tostas con tomatito triturado, realmente excelentes. Tras ello, un salmorejo blanco de buena textura y cremosidad y que, sorprendentemente, no repitió ni dejó su huella durante el resto de la comida. Siguieron unas croquetitas caseras de pollo increibles. Caseras de verdad, y buenas, buenas. Luego pudimos degustar una de las tapas estrella del lugar: calamares salteados con cebolla caramelizada. Muy buenos. Y el remate final vino de la mano del cazón en adobo, que nunca había probado y me pareció bocato di cardenale, y de la cazuelita de huevos rotos con chistorra, plato común pero que resulta un manjar, suene lo vulgar que suene y le pese a quien le pese (he de decir que la chistorra, en este caso, sí que me pesó a mi, jejeje).
Tras esta batería de entrantes, llegó el plato principal, consistente en un bacalao con tomate que, pese a mi escepticismo inical, cumplió con creces. Cocción a fuego lento, salsa muy conseguida y resultado final correctisimo; el pescado nada salado para ser bacalao. En resumen, también muy bueno.
Para beber, Maduresa (por ponerle un "pero", nos tocó la añada de 2005), la apuesta segura. Y final con café Nespresso bueno y copazos de Gin Tonic, con Ginebra Ten y Bombay Saphire. Una delicia, para quienes gusten de la bebida preferida de la Reina Madre.
Servicio esforzado y amable, y debo decir que lo de "gente guapa" encuentra en las camareras su perfecta definición. A mi personalmente, me gusta rodearme de gente así, y no de camareros sudorosos, o comensales eructantes. A mi también me sigue sorprendiendo la naturaleza humana, pero en este aspecto.
En definitiva, una comida francamente buena, con ejecución y servicio bueno y amable, y que además no m costó ni un duro, aunque temo que sea ese el apartado en el que mayores sustos puede llevarse uno.
Saludos a todos y FELICES FIESTAS!