Una restaurada casa de aldea (Fernando Martin me dicen es el autor)que conserva el encanto de sus muros de piedra y vigas de madera. A ello añade unas paredes de un logrado verde que hacen de este ambiente "minimal_intimista" un lugar para estar. Para estar y, sobre todo para comer porque de eso se trata y acá las espectativas son superadas con creces.
Una "Ensalada Calenda" es la entrada con un excelente toque de un "melado de jengibre" y piñones. Como segundo un "Tempura de verduras y gambas" en donde destaca el correcto crujiente.
La carne de excelente textura con un acompañamiento de frutas (peras, cerezas) confitadas y un toque ligeramente picante gracias tambien al jengibre.
El postre Tiramisú cuya creación Dolores (en la cocina) parece haber traido de sus años en Italia.
Correcta carta de vinos en botella y en media botella (esto ultimo no es muy frecuente en otros lugares).
La atención de Gianni en las mesas hace confortable ese ambiente acogedor.
Calidad/precio bien favorable.
Excelente, altamente recomendable.
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