Nobleza en los fogones, buena materia prima, buen ambiente con mesas suficientemente separadas, todo ello con un buen servicio,.... por ponerle un pero, Luis dueño/metre peca un poco de zalamero. El pulpo a la gallega para nota y los solomillos a la mostaza, hechos sobre piedra volcánica para quitarse el sombrero; los postres normalitos, el café muy bueno. Acompañado todo ello con un Onix Evolución 2001 (de no muy acertada elección por mi parte) todo ello por 82€, no es barato pero se come muy bien. La carta de vinos adecuada y la cristalería en consonancia. Pedimos decantación del Onix y envinaron la jarra.
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