Cena para 4 en local ya descrito y redescrito, con poca gente un martes y una atención muy personalizada por parte de Natalia en un punto perfecto de profesionalidad y cercanía. Buenos consejos y gran servicio incluido el del vino, siempre pendiente.
Llegadas en diferentes momentos nos permite a los más madrugadores ir empezando con unas buenas patatas fritas caseras, grandes y con una fina loncha de jamón por encima que acompañamos de una Marzen con su punto de tostado muy agradable. Un pan en bollitos redondos cortados y recien hechos con aceite de pecado (no de pescado) irresistible aunque un pequeño plato para depositar el plan sin necesidad de dejarlo en la mesa, vendría bien; y agua Cabreiroa grande acompañaron durante toda la cena.
Para beber supusimos bien al pensar que llegabamos a las dos botellas teniendo en cuenta que arrancabamos desde el aperitivo y tomamos Impromtu 2012 algo menos frio de lo deseable al inicio pero nos permitió una mejor fase olfativa. Para el segundo plato elegimos 200 Monges Reserva 2006.
Al centro unas entradas: cecina de Leon, gran calidad, incluso a quien no le gusta mucho la cecina, le agradó.
Pulpo a la barbacoa. Sorprendió la textura muy blanda del mismo aunque su sabor era bueno. No me acordé de preguntarlo.
Alcachofas con trufa blanca. Son alcachofas cortadas la base, pero de un tamaño como una mandarina servidas con lámina de trufa más que suficiente.
De principales: dos para el Pargo (fuera de carta) plancha, que se quedó seco.
Los otros dos optamos por compartir chuleton de vaca de 6 años con maduración 20-30 días. Extraordinaria calidad de la carne, muy bien de punto en plato caliente se mantuvo a buena temperatura; de compañia las habituales patatas fritas y pimientos verdes.
Sobraba vino por lo que hubo que completar con un plato de queso manchego curado correcto con una agradable mermelada de rosas.
Para postre: un tiramisú con buen emplatado y sabor. Preciosa presentación en copa para un sorbete de limon exprimido de Gandía con mandarina de Soller y espuma de cava, el mejor. El tercero fue un canelon de naranja crujiente relleno de merengada, salsa de café y teja de chocolate blanco a la pimienta rosa, tambien con emplatado de lujo aunque en boca quedaba menor interesante. El cuarto ante las muchas y apetecibles oportunidades no se decidió y pidió una cucharita para probar los postres ya pedidos. Se acompañó por cortesia de la casa de una Marina espumante (hecho habitual).
Declinamos la opcion de cafés y repetimos una copa más de espumante para alargar la sobremesa. Fui invitado por lo que desconozco el precio esta vez.
Un local que destaca su arroz a medio dia pero en la cena, la opción de carne sorprende.