Tranquilo y agradable

Estoy de acuerdo con el anterior comentario. La tranquilidad era absoluta, ocho mesas pero sólo estábamos nosotros, con música de fondo muy agradable y vistas al Montsant. En un pueblecito entrañable y una decoración que invita a quedarse bastante tiempo. La atención de la camarera excepcional, siempre atenta y comentándonos los platos.
Nos decidimos por el menú degustación "La siuranella", el de cuatro platos. Empezamos con un flan de langostinos y aceite de oliva, como aperitivo, y después siguieron los platos: un cebiche de gamas y salmón, con una salsa de pepino fresca; el atún fresco en su punto con un cuscús de coliflor; carrillera con salsa de brie; y de postre, un bizcocho de chocolote blanco, con crujiente de vinagre de módena y helado de frambuesa. Todos los platos muy bien cuidados y, aunque no sorprendentes, muy bien elaborados. Cantidades quizá algo excesivas.
Para beber pedimos un Can Feixes blanco, a un precio bueno, y con buen servicio y cuidado.
Unos 45€ por persona, buena RCP.

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