Nueva visita que reafirma más allá de la calidad de la propuesta en cocina (con unos platos más acertados que otros, pero un buen resultado en general) otros aspectos a tener en cuenta y que posibilitan una experiencia muy agradable: la decoración, la esmerada atención, el cambio de platos, la acertada mantelería, el ritmo del servicio...
Pese a las copas (Schott) y el efectivo servicio, sigue echándose en falta una revisión del tema de vinos, ya que la carta es corta y falta de referencias, con lo que ganaría un punto más.
Como único pero, el dim-sum, que a pesar de pedirlo con mucha antelación, no salió a tiempo. Completamos la velada con arroz con cangrejo, rollitos vietnamitas, ternera crujiente y pato con setas.
RCP entre 25 y 30 euros.
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