Entorno clásico para una cocina creativa

Situado en los bajos de un edificio, la cocina en el sótano y la bodega en el primer piso, esta distribución convierte a los camareros en verdaderos expertos en subir y bajar escaleras. Fachada llamativa pintada en verde intenso, en el interior las paredes granate oscuro, decoración y mobiliario muy clásico. Dispone de diez mesas en comedor principal y cuatro en el de la entrada. Contrasta la informalidad en la vestimenta de José Polo (uno de los socios, que oficia en sala) con el tremendamente clásico vestuario de los camareros.

A priori no se puede pedir a la carta, como tal. Ofrece tres menús según el apetito del comensal, el menú reducido que consiste en elegir de entre la carta dos medios entrantes, un plato de pescado o de carne y un postre (88 euros IVA incluido), el menú normal, igual que el anterior pero se elige pescado y carne (98 euros) y por 108 euros el menú degustación diseñado por Toño, que como suele ser costumbre no se cambia salvo alergias e intolerancias. La vajilla (en nuestro caso Cartier) y la cubertería clásicas y de calidad. El servicio atento, dispuesto y muy profesional, aunque en alguna ocasión un tanto mecánico. Antes y después de la cena nos saludaron y comentaron el menú tanto Toño, como José Manuel, los cuales se despidieron muy amablemente de nosotros a la salida.

La carta de vinos es impresionante, tanto por la selección, como por la oferta. El índice inicial permite una mejor localización de los vinos. Las copas ofrecidas, siendo buenas, pienso que no están a la altura de la categoría de este restaurante. No obstante valoro con la máxima puntuación el servicio del vino por la selección y vinos ofertados en la carta.

Nuestra experiencia fue para cenar y elegimos el menú degustación que consistía en:
• Salpicón de marisco con blody mary.
• Capuchino de foie, crujiente de maíz y hongos.
• Navaja braseada, loncheja ibérica, brotes, ensalada y curry.
• Vieira asada con tomate y aceite de albahaca.
• Careta de ibérico con cigala y caldo de ave.
• Salmonete con caldo de azafrán y cítricos.
• Pluma ibérica, foie, meloso de melocotón y puré de berros.
• Torta del Casar en texturas y en contraste con membrillo y aceite especiado.
• Tocinillo con helado de yogur y tierra de cacao.
Con los cafés, llegaron las golosinas y petit fours, que son un auténtico festival:
o Sorbete ligero de tiramisú.
o Distintas tejas.
o Trufas.
o Pequeñas magdalenas, gominolas, pequeñas pirámides de bizcocho de chocolate, fruta escarchada, etc.

Todas las elaboraciones magistralmente realizadas, destacando las elaboraciones que buscan el contraste entre tierra y mar.

Armonizamos esté menú con dos copas de un maduro Champagne Ayala, una botella de Do Ferreiro Cepas Vellas 2007 (impresionantes los matices de este vino), dos copas de Sauternes en los postres y para finalizar: gin tonic de Martín Miller’s Westbourne Strength con tónica Schweppes por gentileza de la casa. La factura ascendió a 328.81 euros.

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