Nos habían hablado bien de este restaurante, incluso antes de la consecución de la laureada "estrella michelín" y decidimos conocerlo. Al entrar no nos solicitan los abrigos (lo comento porque nos dimos cuenta después, que fuimos los únicos a los que no nos los pidieron); nada más sentarnos nos damos cuenta que un vaso está roto y se lo comunicamos al camarero, el cual hace un comentario como si no fuese la primera vez que ocurre; cuando nos sirven las copas de vino, también nos percatamos de que están ,más que sucias (mal secadas, relejes), mal presentadas. Nos miramos mi mujer y yo y nos extrañamos de todas estas "circunstancias". Cuando nos traen la carta, nos comunican que hay un menú de mediodía con opción a que sea maridado. Nos decantamos por él. Elegimos cada uno de los posibles platos para poder probarlo todo. La calidad de la comida está aceptable, aunque no sorprende en absoluto.El arroz con liebre está sabroso y el huevo escalfado también. Sin embargo, uno piensa o al menos va con la intención a este tipo de restaurantes, precisamente para eso, para que le sorprendan.Para que los sabores se queden grabados en la memoria y se puedan recordar. Pues no, nada de eso. Lo que sorprende son otras cosas: en el postre nos dan a probar unos vinos dulces que el camarero no sabía de donde procedían (confunde un Málaga Virgen con un Utiel-Requena); la jefa de sala me comenta si quiero acompañar los quesos "franceses" (por cierto bastante insulsos)con una copa de Oporto, le digo que sí, pero lo que no queda claro es si el oporto entra en el precio de los quesos o no.Sin embargo para rematar la, supongo, "mala fortuna", un niño con un coche de juguete se pasó la última parte de la comida empujándolo de aquí para allá por el suelo del restaurante, con la molestia que ello conlleva. Los padres muy tranquilos. Para acabar decir que no veo por ninguna parte la estrella michelín. Ni en el servicio, que ha de superarse y esmerarse en hacer bien su trabajo (por ejemplo una mayor implicación del cmarero a la hora de la presentación de los platos); ni en la calidad de la comida.Y el jefe del restaurante (Bernd Knöller ) estar más atento a que estos hechos no se conviertan, ahora que empieza una nueva etapa, en un retroceso.