Fuimos ayer a cenar a este restaurante. Caímos por casualidad en Besalú y nos recomendaron dicho lugar para cenar.
Deseábamos un lugar romántico y agradable para despedir nuestros días de soltería pues justo dentro de una semana nos casamos.
La atención es agradable, familiar.
De primero mi pareja degustó unas Vieiras con tófuna y reducción de Módena, al igual que yo como segundo plato. Sencillamente deliciosas. Cantidad justa pero exquisito.
Yo de primero tomé un surtido de setas de temporada (rovellons) y estaban riquísimas.
Mi futuro marido tomó de segundo plato uns "peus de porc farcits de ceps i de foie" con reducción de Pedro Ximénez. Las encontró exquisitas. A él le encantan los "peus de por" (manitas de cerdo) y como así le dijo a la mâitre de sala (la dueña y mujer del chef) le sorprendió por el contraste de sabor!
Tomamos un Ginesta Gewurstraminer. Vino blanco bastante afrutado y con un postgusto agradable y equilibrado. De gran aroma afrutada.
De postres él tomó un tiramisú casero y le gustó mucho.
Ambos tomamos café.
En total 100 €. Econtré el precio muy correcto, muchíssimo.
La única pega que le pongo es el pan. No era nada en especial y un pelín seco.
Por lo demás, lo recomiendo.
Por desgracia, no pudimos cenar en la terraza, que tiene unas vistas espectaculares al Pont de Besalú, lugar emblemático del sitio.