Pequeño comedor algo apretado (unas 6 mesas), con otro comedor en el piso

Pequeño comedor algo apretado (unas 6 mesas), con otro comedor en el piso superior. La decoración resulta algo recargada y el gusto, discutible, ya que las sillas "de época, pintadas de dorado", ligan poco con el moderno marmol oscuro de la pared. Los olores de la cocina invaden el comedor. El servicio me pareció atento y profesional. La carta de vinos, suficiente, aunque fuimos a pedir el único que no tenían. Pequeño aperitivo, muy correcto. La comida muy buena (bogavante con cous-cous, terrina de foie, dados de bacalao, todo excelente, y más flojo el "tataki" de atún). Los postres también muy buenos, aunque la cantidad algo escasa (tocinillo de cielo y cremoso de chocolate). Café con unos pequeños acompañamientos. El precio, unos 50 euros por persona sin vino, es caro. El vino también es caro, se exceden en los márgenes. No mantiene una correcta RCP. Creo que tiene demasiadas pretensiones y es poco adecuado para la zona.

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