Elegancia y sutileza

Magnifico restaurante, pletórico de creatividad e ilusión en un marco de sutileza, delicadeza y buen gusto gastronómico. La disposición en mesa es limpia y pulcra , sin sobrecargas y despejada, con espacio entre mesas. El servicio es profesional y experimentado ( lo cual se agradece, ya que en otros grandes restaurantes la juventud o la falta de experiencia es manifiesta), a tono con la suavidad y exquisited de la comida, pero sin alardes o excesos, discreto y adecuado en definitiva. No hay sumiller pero la carta de vinos es correcta y el servicio también. Se pone a disposición del cliente todo lo necesario para realizar una buena cata del vino. La comida en general es sublime, delicada, fina, compleja y sutil, pero sin perder en ningún momento la perspectiva del producto que es de buena calidad y en su punto justo de cocción. No destaco ningún plato en concreto excepto los percebes en dos servicios, una forma magistral y novedosa de probarlos( con efectos especiales incluidos y la posibilidad adjunta de probarlos al modo tradicional). Ideal para discutir sobre la eterna diatriba cocina moderna tradicional. El resto de platos de la carta mantiene un nivel creativo, expresivo y cromático sobresalinete. No defraudan los segundos, en linea con los espectaculares entrantes( en algunos restaurantes los entrantes impresionan pero decaen los segundos que con frecuencia caen en la mediocridad o el exceso).El menú cuesta 80 e, hay otro clasico de 50.

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