Visita al "Pret a porter"

Acudimos al restaurante pero, por horario y precio, probamos el pret a porter en lugar del Azurmendi en sí. Está en el mismo grupo de edificios. Ciertamente difícil de llegar pero la gente del pueblo lo conoce, preguntas y encantados te lo indican.
El lugar agradable, pese a estar muy cerca de la autovía, pero ni se oye ni se ve entre tanto verde. Salón amplio con grandes cristaleras y muy tranquilo (quizá poco íntimo sobre todo por lo alto del techo, pero aquí se viene más a disfrutar de la comida que de una velada romántica, que también se puede).
La chica que se encarga del local, joven y simpática conoce lo que tiene y sólo es hablar con ella y notar que disfruta con lo que hace (sobre todo cuando llega el momento de los postres).
Único menú de 36€ más bebida. Empezamos con unas piparras (o pimientos) del huerto del restaurante, crujientes y en su punto justo.Seguimos con un crep de salmón, muy sabroso, pese a que no soy precisamente amante del salmón, y seguimos con "la cocina en directo", el Irlandés de Idiazábal y calabaza (una mezcla de puré de calabaza con crema o espuma de idiazábal y crujiente de jamón). Este último simplemente impresionante, con la mezcla de sabores y la presentación que tenía. Le siguió una merluza en su punto, con alioli de sssss, muy sabrosa y de carne carrillera glaseada y pil pil de coliflor (presentación perfecta, casi parecían unos bombones), muy sabroso y al punto. Le siguieron los postres, como ya se ha dicho a elejir del carro (a los amantes de los postres si normalmente se nos complica la cosa con la carta, no digo ya con un carro así). Elegimos la crema de idiazábal, muy buena, y el chaplin de chocolate (suave y muy apetecible con una base crujiente). Para beber, tanto txacolí como vino dulce de la bodega propia (este último tenía un toque en boca parecido a un Tokaji y el primero muy bueno).
En definitiva: servicio excelente con buena presentación de platos, buen orden y trato en todo y a un precio más que aceptable.
Como pero: el servicio del vino mejorable (por un lado, la botella llegó abierta a la mesa, y por otro desconozco si tienen carta, porque enseguida ofrecieron el suyo y como habiamos oido hablar de él, ya no pedimos carta -fallo nuestro, porque hubiera estado bien aunque fuera por saber lo que tenían).

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