Servicio desesperante. Comida con muchos altibajos.

Ante las buenas referencias nos decidimos a probar la Castillería. Almuerzo para dos parejas con niños. Se gradeció que agrupasen a todas las familias con niños en la misma terraza para no molestar demasiado. De entrantes, chistorras de Navarra, muy buenas, revuelto de bacalao, normalito, mollejas de cordero cortadas en trozos tan pequeños que quedaron muy secas (casi crujientes) y riñones al brandy, correctos. De plato principal tomamos diversas carnes: lomo de retinto, lomo de buey y solomillo de ternera. El nivel de las carnes en general, bastante bueno, aunque dependió mucho del punto. Los solomillos que iban un poco más hechos resultaron muy duros y fibrosos y el lomo de retinto y el de buey muy buenos, aunque el de buey traía una pella de grasa del tamaño de una mano. Una cosa es la grasa propia del buey y otra es que ésta pese 150 gr. Los postres, correctos: flan de queso, helados y alguno más a base de bizcocho. Todo acompañado de un 22 monjes, muy bien en precio (35 euros).

Comentario aparte merece el servicio, desgraciadamente por lo negativo. Esperas eternas entre plato y plato, trajeron comandas de otra mesa, servicio del vino ausente, no acertaron con los sabores de los helados, constantes recordatorios de lo que faltaba por venir y alguna mala cara que otra. Todo ello prolongó la comida hasta TRES HORAS!!! con el consiguiente menoscabo en el recuerdo que guardamos de la misma. Otro restaurante que no está preparado para abrir los domingos.

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