Restaurante encantador

Tenia una gran curiosidad por visitar este restaurante despues de las buenas críticas en Verema. Acudimos el sábado a mediodia. Mesa para dos personas, con una separación adecuada, cristaleria, cuberteria y copas muy correctas. No estaba lleno pero había bastante más de la mitad de ocupación (faltarian dos o tres mesas por llenar). El servicio fue encantador y muy cercano durante todo el almuerzo. Edificio modernista con mucho encanto y la sala muy bonita y con una decoración ad-hoc a su entorno. Tomamos unas cervezas; como entrantes croquetas de txangurro y de erizo (muy sabrosas) y el calamar plancha, que estaba sabrosisimo pero un poco duro. Maribel nos explicó que debido a la numerosa afluencia nos había tenido que servir un calamar recién recibido y que por lo tanto no había reposado lo debido. Agradecimos su sinceridad.

Como plato principal elegimos los dos rapé. Mi plato fue un suquet excelso, sin patatas, sabrosísimo. Mi mujer tomó rapé a la plancha con boletus, bueno pero no al nivel del suquet. Como postres tomamos un semifrio de turrón (bueno) y una tarta de yema tostada (excepcional). Terminamos con dos cafés (Nespresso).

Bebimos un Enrique Mendoza Chardonnay servido a temperatura correcta, nos lo dejaron en cubitera y nos fueron sirviendo a medida que lo ibamos bebiendo.

A la hora de la cuenta nos llevamos la agradable sorpresa que nos invitaron a postre y cafés (supongo que por el incidente del calamar) a lo que se añade un descuento del 15% (que parece que ya les ha ocurrido a otros foreros). Por lo tanto el precio salió de lo más ajustado para una comida tan excelente.

Por último conversamos con Maribel que nos explicó que el restaurante está afectado por el Plan del Cabanyal, lo cual nos produjo una mezcla de estupor e indignación. Esperamos que tarde mucho tiempo en ejecutarse; lo que es seguro es que volveremos a deleitarnos en el Cabanyal.