Subiendo hacia el Igueldo, entrada complicada, en curva, con poco sitio de aparcamiento, hay un mirador con más sitio unos metros más adelante.
Había varias mesitas en la terraza, la otra vez que fuimos me pareció que no estaban (o quizá no me acuerde).
Comimos en la misma mesa, bien vestida, con un servicio correcto durante toda la comida.
De la carta de vinos que decir, un tomo de Larousse; esta vez tomamos un Vallegarcía Viogner, extraordinario. También una cerveza, una botella de agua y un chupito de patxarán, riquísimo (a 3,5euros).
La carta nos pareció corta, pero me da la impresión de que todo lo que tienen es de primera: comimos un EXTRAORDINARIO txangurro, delicioso y perfectamente ejecutado, unas estupendas almejas marinera, de gran tamaño, unas kokotxas en salsa verde para volver a llorar de gusto y un buen bacalao al pil-pil. De postre un buen helado de queso para compartir.
Gran comida.