Hace 34 años, si treinta..., en medio de la nada, era un oasis en donde almorzar un sangochado de sepia, unas olivas y una cerveza sin más pretensiones, para seguir paseando por la playa. Llegó la urbanización y vieron el filón para en una chabola hacer algo más pero sin tener en cuenta que habria que limpiar más y que los platos no podian salir con una patina grasienta.... y los vasos igual. Recientemente, han cambiado de ubicación, a la fuerza, pero el concepto de lo que debe ser servicio, calidad y limpieza, sigue igual. Si lo evaluamos como chiringuito, olvidando la limpieza y los modos del personal, casi podria pasar, pero como restaurant ni considerarlo.
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