El restaurante de Martin Berasategui se localiza en una pequeña loma de Lasarte, lo que le proporciona unas magníficas vistas a los prados y montañas de los alrededores. El local es un gran chalet, de decoración moderna, pero muy acogedor.
Salen a recibirnos y nos indican que nuestra mesa la han dispuesto en la terraza, dado que las temperaturas así lo aconsejaban. Consideramos correcta la decisión, y siendo las 14h. la misma ya estaba casi completa.
Carta no demasiado extensa, con entrantes a 37€ y segundos, compuestos por carnes o pescados en torno a los 60€. Todos los postres a 25€. Optamos por el menú degustación 175€ p/p y mientras ojeábamos la carta de vinos nos decantamos por una garnacha blanca (8€). Amplísima carta de vinos.
El menú compuesto por:
- Milhojas caramelizado de anguila ahumada, foie-gras, cebolleta y manzana verde. Sutil, delicado y persistentes los sabores de este plato.
- Salmón salvaje con pepino líquido y cebolleta a los frutos rojos y rábanos. Un aperitivo de lujo.
- Caldo de chipirón salteado con su crujiente y ravioli cremeso relleno de su tinta. Fantástico plato. De ensueño ese caldo.
Terminados los aperitivos seguimos con:
- Ostra con pepino, fruta ácida, kafir y coco. Sencillamente espectacular.
- Perlitas de hinojo en crudo, en risotto y emulsionado. Original y delicado.
- Huevo "Gorrotxategui" reposado en una ensalada líquida de tubérculos rojos y carpaccio de papada. No me entusiasmó.
- Ensalada tibia de tuétanos de verdura con marísco, crema de lechuga de caserío y jugo yodado. Una obra de arte.
- Mamia de algas con un consomé translúcido de carabinero. Fantástico.
- Salmonetes con cristales de escamas comestibles, rabo y una ensalada marina con sésamo y frutos secos. Muy muy original y buenísimo.
- Solomillo "Luismi" asado a la brasa sobre lecho de clorofila de acelgas y bombón de queso. Un 10 y matrícula de honor.
Los postres estuvieron compuestos por:
- Esencia fria de albahaca con sorbete de lima, granizado de enebro y toques de almendra cruda. Un postre ideal, desengrasante, reconstituyente.
- Chocolate y miel de acacia con café amargo irlándes. Elegante, persistente. Fantástico.
El servicio es personalizado, sin agobiar, el punto exacto de corrección y elgancia. A mitad de la comida decidimos cambiar la mesa a otra del interior, y nos cambiaron sin problema, bien ejecutado el cambio de la misma. Motivo: cambió el viento y a la terraza llegaba olor de alguna granja cercana.
La carta de vinos es completísima. Elegimos un Dalmau, pero nos indicaron que en la misma comida habían vendido la última. Así que hicimos un cambio radical y optamos por un fantástico Clio (45€).
Nos acompañaron los postres con un txacolí vendimia tardia, aunténtico espéctaculo de vino, y una moscatel.
Cafés que no destacan (4,5€) y gintonic de Martin Millers con Fever Tree correctamente servido (20€).
Un fantástico restaurante con un servicio impecable, con un gusto por el detalle y con una meta, la perfección. Espectáculo puro.