El restaurante perfecto. Servicio sublime. Ni un solo error en toda la

El restaurante perfecto. Servicio sublime. Ni un solo error en toda la velada. Detalles como verter simultáneamente un caldo para completar un plato a seis comensales hecho por seis camareros distintos da una idea de lo que hablo. Aperitivo en la encantadora terraza; menú en la sala y vuelta a la terraza para el café y digestivos. La cocina de Martín Berasategui muestra en cada plato las tres estrellas Michelin que le avalan. El pulpo en cuatro texturas, la ensalada de tuétanos de verdura, el caldo de txipirón salteado, el foie gras atemperado, etc... son obras maestras de la cocina mundial. El servicio de vino, magnífico. La carta está perfectamente estructurada (meridionales, continentales, atlánticos). Selectiva y no extensiva. Copas Riedel Vinum Tempranillo para un sublime Pintia 2003 (dos botellas, no nos resistimos) y un fantástco Numanthia 2000. Molino Real 2003 para los postres y Lagavulin 16 para la tertulia final. Mi mejor cena en Martín Berasategui después de más de una docena de ellas y una de mis dos mejores experiencias gastronómicas de mi vida. Gracias Rodrigo.

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