Decir que lo mejor de este restaurante es su sumiller es decir mucho en favor del mismo o poco en favor de la comida.
La comida es exquisita pero es que lo del servicio del vino se sale. Tienen un sumiller con grandes conocimientos y aún más amor por el vino. La carta está perfectamente diseñada y con precios razonables dentro de lo que cabe esperar en un restaurante así. Inmensa variedad de vinos y de regiones, nunca acabas de leer la carta. El vino se sirve en copas Riedel diferentes en función del coupage y a la temperatura ideal. Una pasada.
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