Hacia años que no lo visitaba, tropecientos y quizás nunca debí regresar.
Uno de los restaurante preferidos, junto a Can Lluis, de Vàzquez Montalbán y su detective Carvallo.
Paseando por el Raval, decidimos entrar, era un festivo de esos del puente. Estaba a reventar, pero como era tarde, las 15.30, nos dijeron que nos atenderían a las 4. Tomamos una caña y unas aceitunas en la barra.
Parece que no hayan pasado los años. Todo igual, manteleria, vajilla, cristaleria...y la dueña : la señora Rosa Gil.
Comimos, es un decir, un platito de pescadito frito, morralla. Sin ningun sabor, reseco, vaya la antitesis de cualquier fritura a la andaluza.
Como plato fuerte, tomé un rabo de buey guisado. Poco meloso y la salsa con un exceso importante de tomate.
Mi compañera tomó una sopa de pescado, totalmente aguada y sin sabor.
Pa que seguir. No tomamos postres.
Cafes y a la calle.
De bebercio tomamos un merlot de Jaumandreu de la zona del Pla de Bages.
No entiendo todavía los clientes que tienen y lo justito que lo hacen ¡¡¡¡
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