Helena Arzak nos elaboró un menú degustación, -un poco más largo que el

Helena Arzak nos elaboró un menú degustación, -un poco más largo que el que figuraba en carta-, que en líneas generales resultó delicioso, aunque con algún altibajo producido más por mis propios gustos que por la elaboración de los platos.
Menú muy suficiente, (para nada te quedas con hambre como pensaba el más excéptico de los dos amigos con los que fui).
No me acabó de convencer el aceite de oliva blanco y bogavante, -a mis amigos sí-, ni los petit fours, decepcionantes.
En cambio, impresionante la ventresca de bonito en hoguera de escamas y cebolla, los higos asados con aceite de foie, "del huevo a la gallina", el rabanito con pescado marinado, etc.
Muy acertados los acompañamientos y salseos para cada plato.
Mención especial merecen los postres: excelentes, con algún guiño al efectismo-la piña asada pomposa-, pero deliciosos.
Café malo.
El vino fue otro cantar; carta impresionante a precios desorbitados, con alguna rarísima excepción.
Sumiller que no ayuda para nada, prestando sólo atención a la clientela habitual con los que su actuación roza el servilismo.
Optamos por un Remelluri Reserva 2002, muy bueno pero sin decantar; posteriormente se evidenció que le hacía falta ya que la copa -Spielegau-, se me quedó con posos.
Para el Roda I 2003, -excelente, sublime-, sacó copas Riedel.
Servicio amabilísimo, con algún ligero desajuste entre platos.
Menú degustación 160 más iva, con los vinos, cervezas, 205 pax.
Los pacharanes fueron por cuenta de la casa

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