San Sebastián es una ciudad única en muchos aspectos, sin duda. Uno de

San Sebastián es una ciudad única en muchos aspectos, sin duda. Uno de ellos es el culinario y lo que resulta excepcional es que se experimente el mismo entusiasmo paseando por Fermín Calbetón u otra calle de lo viejo ( ese foie del Borda Berri, ese txangurro del Txepetxe o, ya saliendo del abrigo del Urgull, la tortilla del Haritza o cualquier pintxo del Sebastopol ) que subiendo la cuesta del Alto de Miracruz camino de Arzak: que sensación visitar esa casa por vez primera!! Menú degustación ( literalmente ), los sabores jamás se solapan, se muestran plenos en cada bocado y aparecen expuestos ante tus ojos con una delicadeza que los japoneses están lejos de alcanzar: caldito de pochas con guindilla, cigalitas inyectadas con maíz, flor de huevo y tartufo en grasa de oca con txistorra de dátiles, rape con hilos y médula, foie de pato y plátano, puente de bonito, arroz crujiente con setas....y los postres, ay! los postres. Para alguien que, como yo, el chocolate le parece una sustancia infecta fue un día de callar bocas y desechar viejos prejuicios: sopa de racimo de chocolate, chocolate taro y té verde, torrija anaranjada con espinacas, piña asada pomposa. Para beber, Remelluri reserva 2001, café, Lagavulin de 16 años y un buen puro como es el Punch Churchill. Elena Arzak y todo el equipo a la altura, y más allá, de las circunstancias. Como el lenguaje no alcanza, no seguiré narrando pero dejadme que os diga algo: INOLVIDABLE.

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