Restaurante típico de pueblo. La decoración es agradable, sin lujos superflúos y muy cálida, con distintas salas y terraza de verano. La carta se basa en platos de toda la vida (escalivada, pies de cerdo a la brasa, carnes a la brasa, bacalao, caracoles...) y otros platos renovados (carpaccio de pato, ensalada con setas y queso de cabra...). Los postres en su mayoría son de elaboración propia. Las raciones son abundantes y bien presentadas. También cuentan con platos del día.

Restaurante de cocina catalana, sin ninguna duda un restaurante centenario, donde aun se elevora el pan en horno de leña, y se aprocha este para dar el mejor gusto a la cocina. Lo cosidero un restaurante muy sencillo, pero a la vez de muy alto nivel en primeras materias y honradez culinaria. Destaco los postres elavorados. Mis abuelos ya traian a mis padres a este restaurante y yo ya lo he hecho descubrir a mi novio.

Típica casa de pueblo de la zona con el restaurante en la planta baja. Se dice que anteriormente habia sido un horno de pan. Buenas materias primas entre las que cabe destacar su coca de pan -inigualable untada con tomate-, sus embutidos; el fuet, el pernil d’ànec, el fuet dànec, el paté de elaboración propia. Cocina tradicional empordanesa. Carta de vinos con alguna referencia curiosa, basado en vinos de la zona, algo corta en blancos. Buena temperatura de servicio. Copas aceptables aunque mejorables. Restaurante familiar y algo tosco pero con algunos platos más que correctos.