Se puede añadir a la lista.

En la parte antigua del pueblo, con el mismo nombre del hotel, acogedor y de buen ambiente, muy tranquilo.
Nueva dirección del restaurante que llevará unos siete meses, y aunque no la puedo comparar con la anterior etapa, si puedo decir de la preocupación de hacer las cosas bien y de apostar por unos buenos productos con la limitación de lo que ha podido ser una gran inversión para ellos. Lo digo entre otras cosas por la carta de vinos, muy corta, pero con la sensibilidad de buscar referencias que en otros se convierten en una constante. En nuestro caso pasamos la noche con un rosado que nos pareció convincente con la diversidad de platos que hubo, un Pagos de Araiz rosado del 2008 del que cayeron un par de botellas. Se pidieron dos menús degustación y dos servicios a la carta, por lo que compartimos practicamente todo.
Jamón ibérico de recebo cortado a mano (bueno, pero aquí entra lo citado de la inversión, reconocido por el propio gerente), ensalada de endivias con salmón (el más prescindible de todos), un buen pulpo a la gallega perfectamente cocido(cada rodaja sobre su propia patata), Buenas y limpias anchoas, cigalitas de playa con ajetes y habitas (cigalitas pequeñas a las que el sabor de los ajetes les hacían un favor), croquetas caseras (bien elaboradas, grandes), hojaldre de foie con compota de manzana (para uno bien, pero ese se suponía que era para dos, pequeño),y unos platos principales bien ejecutados y de ración generosa, como el bacalao con costra de allioli y solomillo de vacuno con foie fresco y tartaleta de patata, muy buena carne. Surtido de postres finalmente para compartir, caseros, ricos en ese momento, pero ahora no sabria citar más que la leche frita y el flan de tarta de queso.
Dos parejas disfrutando de la noche y sin niños... hay que repetir.