Como indico, eramos unos 50, con lo que de entrada debo decir que supongo hicieron lo que pudieron. Por lo que espero se encuadre mi valoración en ese contexto.
Desde luego el entorno es lo mejor, en pleno centro (o casi) histórico de Vitoria, ciudad preciosa y limpia en la que estaba por primera vez. El local me pareció correcto en el estilo buscado, pintoresco y agradable para un ilicitano no muy viajado como yo. Otros compañeros ya han comentado al respecto en sus valoraciones.
Paso a hablar de la comida, como he dicho era una cena masiva y de menú cerrado con 4 platos a elegir.
Para el centro primero una ensalada sagartoki, correcta. Seguimos con unos choricitos al vino, ricos, aunque no acordes en tamaño al gusto vasco (es broma). Unos mejillones a la brasa que no me parecieron nada del otro mundo, pequeños y con demasiados de ellos sin abrir tras haber sido cocinados. La última entrada fue tortilla de bacalao, aceptable, pero me pareció un revuelto más bien sencillo.
Tras esto pasamos a los platos, debíamos elegir entre dorada a la brasa, bacalao a la brasa, secreto de ibérico o entrecot. Hablaré de lo que probé, el bacalao, fresco, un pelín pasado de su punto para mi gusto (aunque no me imagino cuantos de ellos debieron cocinar, por lo que perdonaré este extremo). Y el entrecot, a compartir, este si en su punto y de carne de muy buena calidad, muy bueno.
No recuerdo el postre, el alcohol ya había corrido abundantemente, gracias a esa sidra que uno puede servirse sin mesura, y a un vino joven de rioja del cual no recuerdo el nombre, pero que acompaño aceptablemente la velada.
Copas correctas y un servicio de puros algo corto en cuanto a referencias (eran todos Montecristo, unas 6, y una referencia de Cohiba).
Los mayores peros para mi fueron unas raciones algo escasas, y un servicio algo despistado.
Reitero que pese a todo fue aceptablemente resuelta, si lo englobamos en el contexto de la gran cantidad de comensales (prácticamente monopolizamos el local). No pongo precio ya que no pague yo.
Si vuelvo a Vitoria creo que el restaurante, al menos, merece una segunda oportunidad de ser probado de modo más sosegado.

Ayer fuimos a cenar por negocios a este restaurante del centro de Vitoria. Ya lo conocía y me paetecía probar las excelencias básicas de este restaurante. La presentación es correcta, guardando lo poco que se puede de una apariencia de un txoko, pero logicamente modernizado. Probamos unos pintxos, huevo frito con patatas, rulo de calabacín y pintxo moruno con crema de hortalizas. Todos buenisimos. Despues entramos al restaurante y ya en la mesa, lo mejor es ir al grano, este restaurante funciona estupendamente con un menu de txoko clásico. Revuelto de perritxikos, exquisito y bien elaborado, berberechos buenos pero nada destacables y esparragos a la plancha, son naturales de su huerto y al pasarlos por la plancha estan espectaculares. Luego la chuleta de 1 Kg. (nosotros pedimos 2 Kgs.para tres) que hacen a la brasa, la trae de Galicia y su sabor y su punto son extraordinarios,a si que se cena a la vitoriana, y todo riquisimo, la carta de vinos es correcta y variada. Tienen barricas de sidra para repetir tantas como se quieran pero aconsejo un buen tinto para este menu, ahora los entrantes merece escanciarse una en condiciones.
Sitio recomendable para degustar una de las tradiciones más arraigadas como son la cenas en txokos pero en un nivel de alta calidad. Y experimentar en la barra de pintxos cosas como esparragos con pistachos y crema de chocolate.

Completamente defraudados.De los platos que comimos ninguna superó el aprobado.
No entiendo como puede recibir críticas tan positivas.
Empecemos. La tabla de ibéricos: no puedo decir que no sean ibéricos, pero tampoco que lo sean. Los berberechos salen con demasiado sabor a madera, anulado completamente el sabor de los bivalvos. Las chuletillas y el rodaballo estarán asados a la brasa porque así lo pone en la carta, pero es una brasa tan sutil que no hemos sido capaces de captarlo. Postres del montón.
Carta de vinos corta. Servicio normal.
No lo recomendamos.

Cenamos en barra, en la que posiblemente sea una de las mejores de España, por la creatividad de cada uno de sus pinchos (o micrococina). A cuál mejor: piruleta sagartoki, pincho de hongos, lasaña de hongos, croqueta de cochinillo, brocheta de atún, pincho moruno, bombón de foie... Excelentes, para llorar de alegría, las tortillas de pata y bacalao. Posibilidad de elegir vino por copas en la barra. También tienen comedor. El único defecto, que el servicio es un caos, y hay que abrirse paso a codazos hasta la barra. Por lo demás, visita inexcusable.

Espléndida sidrería situada en el centro de Vitoria. Fuimos recomendados por la guia de Rafael Garcia Santos (Lo mejor de la gastronomia) y...cómo comimos!!!. Setas de charol, mini tortilla de patatas individuales y el mejor trozo de carne que hemos probado en España (sabor, textura, potencia). Lo mejor de la casa no es el servicio del vino, pero lo compensan la calidad de las materias primas y la cocina. Con postre (excelente andión de chocolate) y 2 medias de Izadi 45€ persona. Impresionante.