¡Cachis la mar...!

Entré con el menú de tapas en mente... ¡y sólo lo tienen por la noche! En fin, habrá que mirar la carta...

Local medio escondido en un callejón cercano a la catedral. Decoración moderna y minimalista. Mesas con separación algo justa. No me gustaron los salvamanteles de junquillo, tipo Ikea. Servicio algo lento y distante. No nos dieron a probar el vino ni nos rellenaron las copas, aunque sí lo hicieron en la mesa de al lado. Carta de vinos original: cilindro con una hoja de cartón, bastante gastada, para cada tipo de vino (tintos, blancos,...). Copas Schott Zwiesel Pure. Vajilla y cubertería, correctas.

Empezamos con unos amuse gueule de crema de chiribía (bien) y canapé de lomo con crema de pimientos (excelente).

Mi mujer tomó el menú de 18,-€: Ensalada bastante abundante y Salmón a la plancha (bueno).

El resto tomamos, de primero:
- Patatas a la importancia con bacalao y hongos botón (12,50€) - Bien, aunque las setas no eran botón.
- Arroz con rape y hongos (13,75€) - Algo insípido.

De segundo:
- Vieiras con panceta (12,75€) - Bien de sabor, pero las vieiras estaban algo duras.
- Lubina asada (18,50€) - Pelín demasiado hecha. Bien de sabor.

Lo mejor del almuerzo: los postres. 3 souffles de chocolate blanco y negro. Riquísimo y muy sabroso.

Bebimos 2 aguas, 1 botella de Venta d'Aubert blanco FB, 1 copa Don PX Toro Albalá y un cortado. Además, me pedí un Montecristo nº 4.

No nos cobraron la ternera con patatas del niño... Aun así, algo caro. Servicio disperso. Algunos detalles no me gustaron en absoluto. Tampoco estaba tan lleno el local.

Si vuelvo, será para probar el menú de tapas. Para tomar la carta, hay mejores alternativas... y más baratas.