Es un bonito restaurante, en lo que parece las antiguas ruinas de una

Es un bonito restaurante, en lo que parece las antiguas ruinas de una iglesia, casi en el centro de Sevilla. Amplios comedores con enormes cristaleras, muy luminoso. Moderno, pero bastante acogedor. La carta es bastante sencilla, pero correcta. Se ven las buenas intenciones, en la variedad, en la presentación de los platos. Pero en un sitio tan afortunado, la comida no cuaja del todo. Creo que es mejor ceñirse a la buena materia prima con una esmerada presentación, y dejar a un lado las elaboraciones complejas, porque no es su fuerte. Posiblemente, igual tuve mala suerte con el dia...
De todos modos, merece visita, en un sitio singular.

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