Un restaurante pequeño, con encanto, carta larga con platos excesivamente

Un restaurante pequeño, con encanto, carta larga con platos excesivamente tradicionales, y otros curiosos, Materia prima de calidad y presentación aceptable de los mismos.

Comimos de entrantes unos datiles rey salomón rellenos de crema de queso con crujiente de quicos y pimentón ahumado, una tosta de espencat con queso de cabra, muselina y aceite de curry y unos sepionets a la plancha (de bocado cada uno) realmente exquisitos.
De segundo un arroz meloso de pato, rovellones y caracoles en el punto perfecto de cocción del arroz. muy bueno.

En cuanto al vino, pedimos un Alión 2002. Servicio correcto, temperatura adecuada y copas spigelau.

la carta de vinos es bastante buena en cuanto a vinos valencianos, y un poco corta en el resto de zonas de España. Un par de guiños a Francia, con un par de blancos de Alsacia, y 2 tintos, un Crozes-hermitage y un Corbieres.

El personal, amable y cercano con un trato que te hace sentir a gusto.

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