Cuando abrieron este restaurante tenía unos precios prohibitivos.

Cuando abrieron este restaurante tenía unos precios prohibitivos. Afortunadamente, cambiaron de política y Marcelo, cocinero argentino formado en Francia, sigue demostrando que es un maestro de la cocina. Siempre me deja sorprendido con algún plato. En este caso fue con una presa ibérica a la sal, hecha al horno, recomendada por el metre; otra vez fue con un rabo de toro con reducción de vino tinto...Platos realmente excepcionales. Los postres también están a la altura. El trato es un poco frío pero acorde a este tipo de sitios. La carta de vinos es completa y con muchas referencias de la tierra. Nos dejamos asesorar por el sumiller y nunca falla. Las copas y el servicio perfectos. En conjunto es un poco caro, sobre todo el vino, pero merece la pena. Un notable alto que, seguro, volveré a disfrutar.

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