Rancio abolengo en la decoración clásica y recargada del Zalacaín, con

Rancio abolengo en la decoración clásica y recargada del Zalacaín, con caspa por todos lados. Así que la primera impresión no fue muy buena.
Ahora sí, servicio excepcional, clásico, meticuloso y muy cuidado, siempre pendiente del comensal.
Cocina de corte clásico, afrancesada, pero muy buena, el steack tartar es una maravilla, los pescados un espectáculo... en fin que se te va olvidando la decoración poco a poco. Muy buena repostería, con lo que eso cuesta últimamente.
Carta de vinos completa, de nuevo clasicismo por los cuatro costados, pero servicio llevado a la perfección, esmero, explicaciones, temperatura... todo en su justa medida. Custodio nos explicó detalladamente cuál sería la mejor opción de maridaje, así que le hicimos caso y acertamos.
Muy recomendable, sin esperar filigranas en la cocina.

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